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sábado, 30 de mayo de 2015

Australopithecus deyiremeda: nueva especie

Localización de Burtele y Waytaleyta.

El 15-02-2009 S. Melillo, del equipo dirigido por Yohannes Haile-Selassie halló en Burtele, Woranso-Mille, Afar (Etiopía, 48 km al norte de Hadar) BRT-VP-2/73: 8 huesos del pie derecho. (Haile-Selassie et al, 2012; ver información suplementaria).
Por la morfología de metatarsos y falanges, corresponden a un homínido (un ser bípedo), pero el dedo gordo es pequeño y divergente, como el del Ardipithecus ramidus o el del chimpancé, lo que le permitía el agarre y la trepa (para una interpretación contraria, Zachary Throckmorton, 2015)
El metatarso del cuarto dedo es más largo que el del segundo, un carácter primitivo que no se encuentra ni en Ardipithecus ni en Australpithecus.
El ambiente asociado era acuático, con bosques en las orillas.
Para confirmar que se trataba de una nueva especie, eran precisos más hallazgos y estudios.

BRT-VP-2/73. Pie de Burtele.
Yohannes Haile-Selassie et al (2015) han continuado el trabajo de campo en el área de Burtele (BRT) y Waytaleyta (WYT), distanciados entre sí 2 km y a 35 km de Hadar (lugar de hallazgo de Lucy, Australopithecus afarensis), recuperando nuevos restos fósiles datados en 3,5-3,3 Ma: mandíbulas parciales y completas, maxilar parcial con dentición y algunos dientes aislados. Estos especímenes se distinguen en varios aspectos morfológicos de los contemporáneos asignados a Australopithecus afarensis y en consecuencia han decidido asignarlos a Australopithecus deyiremeda sp. nov. En la lengua de Afar, deyi significa cercano y remeda pariente y quiere expresar que la especie es pariente próximo de todos los Hominini posteriores.
Los fósiles fueron recuperados de un estrato volcánico y sedimentario con tufas datadas entre 3,77-3,469 Ma (Saylor et al, 2016).
Los fósiles están custodiados en el Laboratorio de Paleoantropología del Museo Nacional de Etiopía, Addis Abeba.
Estratigrafía y dataciones de Burtele.
Magnetoestratigrafía del Área de Burtele.


Holotipo

BRT-VP-3/1. Maxilar izquierdo con I2 y M2 superiores, hallado por M. Barao el 4 de marzo de 2011.
BRT-VP-3/1 f y g incluyen la imagen especular.
BRT-VP-3/1 (especular) y BRT-VP-3/14 en oclusión.

Paratipos

  • BRT-VP-3/14, un corpus mandibular completo, sin rami asecendentes, con las mitades apicales de ambos I2 y coronas del P3 derecho y de un M3. Hallado por A. Asfaw el 4-03-2011.
  • WYT-VP-2/10, una mandíbula derecha edéntula. Hallada por A. Asfaw el 5-03-2011.
BRT-VP-3/14

Otros especímenes

  • BRT-VP-1/1, fragmento de corona de M3 inferior izquierdo, hallado por K. Helem el 20-02-2006.
  • BRT-VP-1/2, P4 inferior izquierdo, hallado por K. Helem el 20-02-2006.
  • BRT-VP-1/13, C1 inferior derecho, hallado por C. Mesfin el 20-02-2006.
  • BRT-VP-1/18, mitad mesial de un M2 superior izquierdo, hallado por K. Kayranto el 20-02-2006.
  • BRT-VP-1/118, fragmento de M3 inferior izquierdo, hallado por G. Alemayehu el 17-02-2012.
  • BRT-VP-1/120, P4 inferior izquierdo, hallado por A. Elema el 17-02-2012.
  • BRT-VP-2/10, fragmento del frontal, hallado por Y. Haile-Selassie el 20-02-2006.
  • BRT-VP-2/89, P4 superior derecho, hallado por H. Gebreyesus el 17-02-2012.
  • BRT-VP-2/104, fragmento de molar, hallado por M. Mekomeli el 26-02-2013.
  • BRT-VP-3/37, un fragmento de maxilar derecho con el P4. Fue hallado a 5 m de BRT-VP-3/14, y podrían pertenecer al mismo individuo. Hallado por A. Asfaw el 1-03-2013.
Comparación de las dimensiones dentales de BRT-VP-3/1 y otros Hominini tempranos

Características

La nueva especie muestra algunas características morfológicas en mandíbulas y dientes que generalmente se asocian con Paranthropus y Homo (por ejemplo, un cuerpo mandibular relativamente sólido y el espesor del esmalte dental), y que por primera vez aparecen en el registro fósil mucho antes de lo que se pensaba. 
  • Australopithecus deyiremeda difiere de Ardipithecus ramidus en un esmalte más grueso en los molares, un P4 inferior con tres raíces y una mandíbula robusta.
  • Difiere de Australopithecus anamensis en que carece de una sínfisis mandibular extremadamente atrasada, corpus mandibular más robusto y bicúspide en el P3 inferior.
  • De Australopithecus afarensis 
    • en su arquitectura mandibular, incluyendo la ausencia de un corpus lateral hueco; origen del ramus ascendente bajo y situado anteriormente, con pronunciado despegue al nivel de P4/M1. 
    • en el maxilar por el origen más anterior del cigomático y por el tamaño y morfología de los dientes, especialmente una dentición poscanina más pequeña y un canino mesiodistalmente corto y carente de relieve lingual.
  • De Paranthropus en la ausencia de premolares molarizados y en incisivos reducidos.
  • De Kenyanthorpus platyops por una región subnasal transversalmente convexa, con el alveolo del incisivo considerablemente anterior a la línea bicanina; raíz del I1 superior más larga y más redondeada que la del I2 superior; clivus nasoalveolar más prognático y raiz del I2 superior implantada oblicuamente, indicando algun grado de procumbencia; prominentes jugae del canino y el P2 superiores; presencia de una incipiente fosa canina y una cresta cigomáticoalveolar débilmente expresada.
  • De Australopithecus garhi por su reducido prognatismo subnasal, caninos más pequeños en términos absolutos y dentición poscanina.
  • De Homo temprano, por sus caninos menos incisiformes, P3 inferior asimétrico, margen anterior del ramus mandibular más anteriormente derivado, corpus mandibular alto estrechándose posteriormente entre P3-M3 y foramen mental en posición anterosuperior.

Ecología

Salvo que ocupen un nicho ecológico distinto, es difícil admitir la coexistencia de dos especies de australopitecinos (afarensis y deyiremeda) o tal vez tres, si el Pie de Burtele correspondieses a otras especie, lo cual no se puede determinar por el momento. El tamaño dental inferior en deyiremeda y la diferente arquitectura mandibular indican que en efecto, estaban especializados en alimentos diferentes. El esmalte dental más grueso de deyiremeda sugiere una dieta más rica y variada, en la línea de Homo. Los estudios paleoclimáticos informan del aumento de aridez en ese periodo.
Árbol filogenético de los Hominini

Filogenia

El análisis filogenético de las características morfológicas de A. deyiremeda sitúa a esta especie como un taxón hermano de un clado que incluiría a Australopithecus africanus, Paranthropus y Homo.

Para algunos investigadores, como Lovejoy, las diferencias morfológicas con respecto a afarensis no justifican el nombramiento de una nueva especie. Además, es problemática la coexistencia de dos especies muy similares en un mismo hábitat.









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miércoles, 27 de mayo de 2015

Mundafan Al-Buhayrah. Primer yacimiento de Rub 'al Khali del PM.




Localización de Mundafan Al-Buhayrah
Anthony E. Marks y Jeffrey I. Rose (2013) sugieren una interconexión entre la Península Arábiga y el Levante Mediterráneo: El conjunto C de Jebel Faya constituye el indicio más temprano de presencia humana moderna en la Península Arábiga (~125 ka). El conjunto es similar al de Asfet, Eritrea (Beyin, 2011). Los conjuntos B y A (90-40 ka) se interpretan como desarrollos locales. En contraste, los yacimientos situados fuera de la Cuenca del Golfo exhiben conexiones con el Levante y el Nordeste de África (Complejo Nubio) y sugieren una expansión de poblaciones nilóticas con tecnologías MSA. En suma, el cuadro es de mezcla de poblaciones de ascendencia africana, levantina y árabe. La Península parece haber sido un sumidero demográfico durante los periodos húmedos entre 125-75 ka, mientras que durante las condiciones áridas entre 75-15 ka los grupos de cazadores recolectores quedaron reducidos en refugios locales.

Según Ash Parton et al (2015) el monzón proporcionó condiciones climáticas favorables durante periodos de máxima insolación hace ca 200-190, 170, 155, 130-120, 105-95, 85-75 y 60-55 ka, proporcionando múltiples ventanas que podrían haber facilitado la expansión demográfica a través de Arabia.

Estratigrafía, dataciones y hallazgos en Mundafan Al-Buhayrah (MDF-61).
Huw S. Groucutt, Tom S. White, Laine Clark-Balzan, Ash Parton, Rémy Crassard, Ceri Shipton, Richard P. Jennings, Adrian G. Parker, Paul S. Breeze, Eleanor M.L. Scerri, Abdullah Alsharekh y Michael D. Petraglia presentan la primera información estratigráfica y arqueológica de un yacimiento del desierto Rub 'al Khali, el mayor desierto de arena continua del mundo, en la Península Arábiga: Mundafan Al-Buhayrah (MDF-61), datado por varias técnicas de luminiscencia entre hace ca 100-80 ka.

Los primeros estudios paleoambientales (McClure, 1976, 1984) revelaron que un gran lago había estado presente en Mundafan. Una datación reciente por OSL sitúa las primeras fases de formación del lago dentro MIS 5c y 5b (Rosenberg et al, 2011a).

En MDF-61 se recuperaron 935 artefactos de sílex del PM de alta calidad, tanto de la secuencia sedimentaria como de la superficie del desierto circundante. El conjunto se caracteriza por la reducción de Levallois centrípeta y comparte similitudes tecnológicas con conjuntos del África Oriental y del Levante Mediterráneo de MIS 5. La materia prima procede de un escarpado a ca 10 km.
  • Se recuperaron 130 núcleos. La mayor parte (75%) son núcleos Levallois, en particular centrípetos recurrente (30%) y preferenciales con preparación centrípeta (22%). Casi todos los núcleos son pequeñas y delgados, muy reducidos.
  • No hay evidencia de Levallois Nubio ni de reducción de hechura bifacial, mientras que la reducción unidireccional convergente sólo está indicada por en cicatrices ocasionales.
  • Una característica importante del conjunto lítico es la alta frecuencia de herramientas retocadas. Estos son un componente raro en los conjuntos árabes del PM. En muchos casos, el retoque tiende hacia el denticulado. Muchos objetos retocados tienen forma convergente, y algunos pueden ser clasificados como puntas retocadas.
Conjunto lítico de MDF-61:
A: punta retocada
B-D: Lascas de lado retocado y denticulado.
E-G: Lascas Levallois sin retoque.
H: Núcleo Levallois preferencial con preparación centrípeta,
I-J: Núcleos Levallois centrípetos recurrentes.


El desarrollo cerebral y dental y la historia de vida en los Hominidae

Cambio con la edad en la densidad de mielinización de cuatro regiones del cerebro en HAM y chimpancé. El área coloreada en gris representa el periodo entre el destete y la madurez sexual en el HAM. El área en rojo corresponde a los chimpancés. Modificado de Miller et al (2012).
José María Bermúdez de Castro, Mario Modesto-Mata y María Martinón-Torres revisan el conocimiento sobre el crecimiento del cerebro y la maduración, el desarrollo dental y el patrón de la historia de vida, sobre todo en el Homo sapiens y Pan troglodytes para determinar si el desarrollo dental es un buen indicador para inferir la historia de vida en los Hominidae.

La duración de la gestación en el ser humano es ligeramente más alta que en los chimpancés (38 frente a 34 semanas respectivamente) (Kappeler y Pereira, 2003), por lo que es probable que la variable más importante para establecer la diferencia en el tamaño del cerebro al nacer entre los seres humanos y los chimpancés sea la tasa de crecimiento fetal (Neubauer y Hublin, 2012). Las tasas fetales cerebrales en los seres humanos son entre 9 cm3/semana al comienzo del crecimiento del cerebro y 26 cm3/semana aproximadamente dos meses antes del nacimiento (Sakai, et al, 2012). El volumen cerebral en los fetos de chimpancés a las 16 semanas de gestación es solo la mitad del volumen en el HAM. Entre las 17-22 semanas, aumenta la velocidad de crecimiento, más en los HAM que en los chimpancés. Después de 22 semanas, el crecimiento del cerebro en los fetos chimpancés se ralentiza y, a las 32 semanas, la velocidad de crecimiento es un 20% de la velocidad observada en los HAM (Sakai et al, 2012). El cerebro del HAM acelera su crecimiento hasta las 32 semanas, pero es probable una desaceleración antes del nacimiento. Como resultado, el cerebro de los recién nacidos humanos es de aproximadamente 2,7 veces más grande que el de los chimpancés recién nacidos (alrededor de 400 cm3 frente a 150 cm3) (Rilling, 2014). En peso 367,7-381,8 g en HAM y 150,9 g en chimpancés (DeSilva y Lesnik, 2008). Para estos autores, el tamaño del cerebro al nacer en los HAM es el de esperar dado el tamaño adulto mientras que Martin (1983) considera el tamaño del cerebro en los HAM al nacer es más pequeño de los esperado. En relación a otros Hominidae vivientes, el HAM muestra al nacimiento el mayor tamaño cerebral absoluto y el menor en relación al tamaño del cerebro adulto (Neubauer y Hublin, 2012). El tamaño del cerebro al nacer en los HAM no puede ser mayor debido a las restricciones energéticas y obstétricas, lo que significa que una gran parte del crecimiento cerebral debe producirse después del nacimiento. Tras el parto, las tasas de crecimiento fetal se mantienen solo durante un tiempo.

También se ha estudiado la ontogenia endocraneal en HAM, neandertales y chimpancés, desde un perspectiva morfométrica. Algunos autores han señalado diferencias significativas entre estos Hominidae (Ponce de León y Zollikofer, 2001; Bruner et al, 2003; Neubauer et al, 2009, 2010; Gunz et al, 2010). Los HAM muestran una trayectoria ontogenética endocraneal casi lineal a diferencia de neandertales y chimpancés. Estos autores concluyeron que no puede ser apoyado un cambio de forma impulsado ​​exclusivamente por el crecimiento del cerebro. En los HAM, se flexiona la base craneal y se expanden relativamente las regiones parietales y cerebelares durante la fase de globularización, dentro del primer año después del parto. Esta fase está presente únicamente en los seres humanos.
Durante la infancia temprana los HAM disfrutan de un muy rápido aumento de la materia blanca, en comparación con los chimpancés (Miller et al, 2012). Los cerebros adultos alcanzan 3,3 veces la masa de los neonatos, mientras que en los chimpancés el ratio es 2,5. En promedio, los HAM logran
un 90% del tamaño del cerebro adulto a los cinco años, mientras que en los chimpancés este porcentaje se alcanza un año antes. Por lo tanto, la idea de el mayor cerebro del HAM está relacionado con un desarrollo más largo con respecto a los grandes simios no está completamente
apoyada por los datos. Por lo tanto, nuestro mayor cerebro es fundamentalmente consecuencia de una mayor tasa de crecimiento durante la gestación y los primeros meses después del nacimiento.

El proceso de desarrollo del cerebro implica diferentes pasos que comienzan con el nacimiento de las células progenitoras, seguido por la diferenciación, la migración de las células a su ubicación final, el crecimiento de los axones y dendritas, ramificación dendrítica y sinapsis, la poda sináptica, y la mielinización. Este es un proceso muy complejo regulado por un programa de desarrollo que todavía no está completamente comprendido en los HAM (Somel et al, 2009; Cubelos et al, 2010; Petanjek et al, 2011; Miller et al, 2012). Es bien conocido que la vaina de mielina es esencial para el desarrollo de la función neurológica. La mielinización tiene un papel crucial en la regulación de la actividad funcional de los axones (Wake et al, 2011), y la densidad de axones mielinizados permite evaluar la madurez relativa de las áreas del cerebro. Miller et al (2012) comprobaron la falta de mielinización en el neocórtex de los recién nacidos humanos, mientras que en los chimpancés ya se ha iniciado. En los primates la mielinización cortical se completa en la pubertad, mientras que en los HAM continúa más allá del final de la adolescencia y en la tercera década de la vida. Por lo tanto, nuestra maduración cerebral se caracteriza por una particularmente prolongada maduración neocortical. Gran parte de nuestra expansión cerebral posnatal se debe al crecimiento de la materia blanca subyacente en la neocorteza (Miller et al, 2012). Además, estos autores han encontrado que el desarrollo dendrítico neocortical y la sinaptogénesis no son homogéneos, con un mayor retraso en la maduración de la la corteza prefrontal. Del mismo modo, la poda sináptica en la corteza prefrontal humana se retrasa hasta la edad de 30 años (Petanjek et al, 2011). Por otra parte, los estudios de MRI han demostrado que, en comparación con otros primates, nuestra especie muestra un córtex de asociación mayor en relación con las áreas primarias sensoriales y motoras (Rilling, 2014). Esto significa que una relativamente mayor superficie de la corteza cerebral humana está especializada en formas cognitivas de orden superior en contraste con los procesos perceptivos. Por otra parte, Gogtay et al (2004) han sugerido que las subregiones cerebrales siguen trayectorias temporales distintas de maduración: las cortezas de asociación maduran después que las somatosensoriales y visuales; las áreas filogenéticamente más antiguas maduran antes que las más modernas.

Se considera que el desarrollo dental es altamente hereditario, relativamente resistente a la inanición y a otros problemas de salud (por ejemplo, Turner et al, 1991; Bailey, 2008) pero no hay acuerdo en la medida en que los factores ambientales pueden influir en el desarrollo dental. Los dientes son los elementos más abundantes y mejor conservados del registro fósil. El desarrollo dental se ha considerado como un excelente marcador de crecimiento (por ejemplo Bermúdez de Castro et al, 1999; Bromage y Dean, 1985; Bromage, 1987; Conroy y Vannier, 1987; Dean, 2007; Dean et al, 2001; Dean y Vesey, 2008; Guatelli-Steinberg y Reid, 2008, 2010; Macho y Wood, 1995; Ramírez Rozzi y Bermúdez de Castro, 2004; Reid y Dean, 2006; Reid et al, 2008; Smith, 1986) y la principal herramienta para inferir el patrón de la historia de vida de los Hominidae (por ejemplo, Smith, 1989, 1991, 1992, 1993; Smith y Tompkins, 1995; Bogin y Smith, 1996; Bogin, 1997). Ante todo, es importante recordar que las denticiones anterior y posterior tienen trayectorias de desarrollo diferentes (por ejemplo, Smith, 1994; Bermúdez de Castro et al, 1999). El tiempo de desarrollo y emergencia gingival de los incisivos son muy similares en H. sapiens y Pan (Dean & Vesey, 2008; Dean & Cole, 2013). El canino humano es pequeño y está integrado dentro de la dentición anterior, mientras que en Pan el complejo C / P3 tiene una función diferente (Haile Selassie et al., 2004). En contraste, el tiempo de la formación total de los tres molares es mayor en H. sapiens que en Pan, debido principalmente a un ritmo más lento de la extensión de la raíz (Dean & Vesey, 2008). El promedio de erupción gingival de M1 es de 6,3 años en H. sapiens y 3,2 años en Pan (Dean & Cole, 2013; Smith et al, 2013). Sin embargo, es importante considerar el rango de variabilidad de este importante proceso. En H. sapiens la raíz del M3 se completa 6 años más tarde que en Pan. Debido a que en el HAM la erupción de M3 se retrasa casi hasta el momento del cierre del ápice de la raíz, la erupción en Pan se produce nueve años antes que en sapiens (Dean y Cole, 2013). El momento de la aparición gingival y el inicio de la formación de corona de M2 y M3 están muy retrasados ​​en
H. sapiens con respecto a Pan. La aparición del M2 en los chimpancés se produce ca 1.7-1,8 años, mientras que este evento se produce ca 3,0 años en los humanos modernos. El inicio del M3 en
chimpancés ocurre en ca 3,7 años, mientras que este evento se retrasa hasta 8,0 años en los HAM (Reid et al, 1998; Reid y Dean, 2006; Smith et al, 2007; Dean, 2010).

La relación entre un cerebro relativamente grande y una historia de vida lenta, y la significativa
correlación entre muchas variables de historia de vida con el tamaño del cerebro ha llevado a muchos estudiosos a asumir una estrecha relación fisiológica entre el tamaño del cerebro y el ritmo de la historia de vida (por ejemplo, Kaplan et al, 2000). De acuerdo con Deacon (2000), la encefalización humana es una combinación compleja de cambios tanto en el cerebro como en el crecimiento del cuerpo. Esta combinación parece ser exclusiva del linaje Hominidae. Aunque considerando los primates el número de neuronas y células gliales en el cerebro humano es proporcional a su tamaño (Azevedo et al, 2009), su tasa de crecimiento en el período de gestación y después del nacimiento
es notablemente mayor que en otros primates. Mientras que la neurogénesis puede continuar a lo largo de la vida (por ejemplo Fallon et al, 2000), el crecimiento del cerebro después del nacimiento es debido en gran parte al crecimiento de dendritas. Este proceso aumenta dramáticamente nuestro
tamaño cerebral hasta la edad de cinco años, cuando alcanzamos alrededor de un 90% del volumen defintivo del cerebro. Este porcentaje se alcanza en los chimpancés a la edad de cuatro años. Por otra parte, el período postnatal es responsable de aproximadamente el 65% al 70% del crecimiento total del cerebro en los seres humanos y los chimpancés (Vinicius, 2005). En consecuencia, el gran tamaño del cerebro humano se alcanza mediante una mayor tasa de crecimiento durante la gestación y después del nacimiento, sobre todo en los primeros 18 meses de vida. Después de este periodo, las tasas de crecimiento cerebral de Homo y Pan son similares (Leigh, 2004). El cerebro del HAM es considerablemente mayor de lo esperado para un primate con nuestra masa corporal. Dado que el tejido cerebral es metabólicamente muy caro (Por ejemplo, Foley y Lee, 1991; Leonard y Robertson,
1992; Fonseca-Azevedo y Herculano-Houzel, 2012), la explicación biológica de este aumento es difícil de entender en términos de eficiencia energética. Los resultados recientes de Kuzawa et al (2014) apoyan la hipótesis de que los costos inusualmente altos de desarrollo del cerebro se relacionaron significativamente con una disminución de la tasa de crecimiento del cuerpo durante la infancia. El gasto energético diario, incluyendo el período de lactancia, se estima que ha sido casi un
66% más alto (en promedio) en una hembra de H. ergaster que en las hembras de australopiteco o parántropo (Aiello y Key, 2002). Este coste podría haber sido compensado por la disminución del intervalo entre nacimientos, que implica una reducción del periodo de lactancia. Por otra parte, debido a que el destete en las especies sociales implica competir con los adultos por los recursos alimenticios, un crecimiento lento reduciría las necesidades energéticas diarias de los individuos inmaduros (Janson y van Schaik, 1993). 

Smith (1989) publicó una base de datos sobre el momento de emergencia del M1 y el peso del cerebro en 21 especies de primate, hallando una correlación significativa entre ambas variables así como entre el momento de emergencia del M1 y otras diez variables de la historia de vida (véase también Smith, 1992) y entre estas mismas variables y la edad al alcanzar la dentición completa.
Sin embargo, sabemos que el cerebro del Homo temprano era significativamente mayor que el de los Australopithecus (por ejemplo Aiello y Dean, 1990), a pesar de no distinguirse en el momento de emergencia del M1.

Schultz (1960) distingue cinco períodos en el ciclo de vida. La divisoria entre los periodos infantil y juvenil está marcada por la erupción del primer molar en la dentición permanente, y la divisoria entre los períodos juvenil y adulto se define por la erupción del tercer molar permanente. La erupción del M1 está altamente correlacionada en primates con el peso al nacer, la edad al destete, la edad de la hembra al primer parto, el peso del cerebro del recién nacido y el peso del cerebro del adulto. La erupción del M3 se correlaciona con las anteriores variables y además con el peso corporal y la edad de la madurez sexual (por ejemplo Smith, 1991). Los especímenes de Afropithecus, Sivapithecus, Dryopithecus, Australopithecus y Paranthropus podrían tener más jóvenes edades de emergencia de M1 que los HAM, pero dentro de la variación de los chimpancés (Kelley, 2004; Hillson, 2014). KNM-WT-15000, El Niño de Nariokotome, murió cuando tenía entre 7,6-8,8 años (Dean y Smith, 2009). A esta edad, ya había surgido su M2, unos 4 años antes que la media de los humanos modernos. Godfrey et al (2003) encontraron que el predictor más importante de precocidad dental es la capacidad craneal, lo que sugiere que las especies de primates con pequeños cerebros en relación con el tamaño del cuerpo es probable que sean precoces dentalmente. Además, estos autores
también encontraron que las especies con una gestación más larga tendían a ser más precoces dentalmente, mientras que la edad al destete fue menos importante como predictor de precocidad dental. Los resultados de Bromage et al (2009, 2012) sugieren que los Intervalos entre las estrías de Retzius se correlacionan con la masa corporal, el peso al nacer, la duración de la gestación, la duración de la lactancia, el intervalo entre nacimientos, la edad de madurez sexual, la edad de la primera reproducción, esperanza de vida, el peso del cerebro neonatal y el volumen endocraneal de los adultos. Todas estas correlaciones, exceptuando la ciclicidad estral, comparten una dependencia de la masa corporal, lo que sugiere que algún aspecto del metabolismo puede ser responsable de la asignación de la energía para la formación de las estrías de Retzius. Por otra parte, esta alineación entre el ritmo de creación de las estrías de Retzius y la masa corporal y y otros rasgos de la historia de vida podría extenderse a las secreciones del hipotálamo-hipófisis, lo que sugiere que estas rutas bioquímicas deben ser también tomadas en cuenta cuando se trata de dilucidar las variables de historia de vida de los rasgos histológicos dentales. Dependiendo de la especie de Hominidae que consideremos, la relación entre la erupción dental, la edad al destete y la edad de las hembras al primer parto es diversa (Hillson, 2014): A la edad al destete, los humanos modernos muestran en la cavidad oral toda la dentición temporal, sin presencia de dentición permanente, mientras que los gorilas y chimpancés muestran los M1 y los orangutanes tienen gran parte de su dentición permanente erupcionada o en proceso de erupción, con la excepción de los caninos y los M3. En cuanto al primer parto, la erupción de los M3 coincide razonablemente bien en los humanos modernos, mientras que en los gorilas tiene lugar un poco después. En contraste, en chimpancés y orangutanes la dentición permanente completa no es visible en la cavidad oral hasta dos años después o más del primer parto. Por lo tanto, es difícil argumentar que la la erupción dental es un buen proxy para establecer la edad al destete y la edad al primer parto, al menos en los Hominidae (Robson & Wood, 2008).

Los autores sugieren que cada especie muestra un patrón único de crecimiento cerebral y maduración. La maduración cerebral extremadamente lenta podría ser una muy reciente adquisición de las últimas poblaciones de H. sapiens. Dado que los chimpancés y los HAM (y probablemente otros Hominidae)
alcanzaron similares porcentajes de tamaño del cerebro en un intervalo corto, es difícil inferir una infancia prolongada en los Hominidae utilizando el tamaño del cerebro. Del mismo modo, la gran variabilidad de la emergencia de M1 implica ser cauteloso a la hora de sacar conclusiones sobre la prolongación de la vida en los Hominidae extintos. En los HAM, el retraso en la maduración del cerebro podría estar relacionado con el retraso en el completamiento de la dentición y, posiblemente, con la aparición de una adolescencia prolongada. Este retraso en la dentición parece estar presente en los Hominini tempranos; sin embargo, no es posible hacer inferencias acerca de su maduración cerebral.

La ampliación del espacio cognitivo en el eje ontogenético

lunes, 25 de mayo de 2015

Le Moustier G y H: Estudio de los materiales recuperados por Geneste y Chadelle.

Interpretación de los niveles G y H de Le Moustier. A la izquierda, de acuerdo con Peyrony. A la derecha, nueva interpretación.
Bordes (1953) definió unas variantes culturales del musteriense: facies de Musteriense típico, facies de Musteriense tipo Ferrassie, facies de Musteriense tipo Quina, facies de Musteriense de Denticulados y facies de Musteriense de Tradición Achelense (MTA).

Las capas G y H de Le Moustier fueron asignadas por Peyrony (1920) y Bordes (1948) al MTA. Brad Gravina y Emmanuel Discamps revisan la asignación de los hallazgos incorporando los materiales hallados por Geneste y Chadelle (1982), que comprenden unos 6.000 artefactos mayores de 25 mm.

  • Los hallazgos de Geneste y Chadelle en los subniveles inferiores (G1 / G2) de la capa G contienen un componente Levallois importante y evidencias de fabricación y reafilado de bifaces, mientras que en los subniveles superiores (G3 / G4) el método Levallois está prácticamente ausente.
  • La base (H1) de la capa de H contiene escamas alargadas, a veces con plataformas facetadas, cuyo método de producción parece similar al previamente descrito por Soressi (2002) para el MTA-B de Pech de l'Azé y La Rochette, junto a un componente discoide. En contraste con la capa subyacente G (Soressi, 1997, 1999), el método Levallois está completamente ausente. Dada la morfología general y la sección transversal de las escamas alargadas, fueron probablemente separadas directamente de nódulos alargados o de pequeños bloques por percusión de martillo duro con poca preparación aprovechando las superficies naturales convexas. La comparación con el material MTA recuperado por O. Hauser en La Rochette, sin embargo, sugiere una concepción central de la superficie, con una configuración del núcleo a veces probablemente semejante a la que da lugar a una punta Levallois alargada. Por último, la ausencia de los núcleos de partida sugiere su eliminación temprana en la secuencia de reducción, una probabilidad reforzada por la presencia de núcleos y productos discoides más pequeños. 
  • Tanto en H1 como en H2, Los elementos más pequeños (<25 mm) son aproximadamente cuatro veces más abundantes que los discoides lo que indica una mayor inversión en la preparación de la plataforma y el núcleo.
  • El subnivel H2, es el más grueso y arqueológicamente más denso. Con respecto a H1, el porcentaje de escamas alargadas es la octava parte. La difertencia en las edades medias por TL ponderadas producidas por Valladas et al (1986) para los subniveles H1 (46.3 ± 3 ka) y H2-H9 (42,5 ± 2 ka) es consistente con la diferencia tecnológica entre estos subniveles. En H2, el método discoide se convierte casi en exclusivo, utilizado en la producción en serie de puntas seudo-Levallois, incluyendo ejemplos Kombewa (Bourguignon y Turq, 2003; Faivre, 2011), acompañados de otros productos típicos discoide (éclats débordants, crestas axiales [sensu Slimak, 2003], y lascas cuadrangulares). Por otra parte, en el uso de escamas gruesas corticales, es evidente una ramificación de la secuencia de reducción (Bourguignon et al, 2004). Esta producción explota el grosor y/o superficie ventral convexa del soporte para producir copos Kombewa (sensu lato) y productos débordant que son tecno-morfológicamente similares a los producidos por otros métodos discoides. Casos similares de secuencias de reducción ramificadas han sido descritas por Bourguignon y Turq (2003) para la capa 14 de Combe Grenal y por Faivre (2011) para las capas I-J de Les Fieux, ambas industrias exclusivamente discoides. En conjunto, ambas secuencias de reducción primaria y ramificada evidencian un conjunto lítico tecnológicamente homogéneo orientado a la producción de bordes afilados de corte opuestos a bordes respaldados abruptos, típicos del método discoide (ver contribuciones en Peresani, 2003).
  • Los subniveles superpuestos H4-H9 siguen siendo abrumadoramente discoidales, pero difieren ligeramente de H2 en términos de modalidades: las puntas seudo-Levallois son menos abundantes mientras que los productos débordant son más numerosos. La reducción del componente ramificado de la cadena operativa, puede de alguna manera explicar la menor proporción de puntas seudo-Levallois en estos sub-niveles. Como en Les Fieux (Faivre, 2011), las puntas seudo-Levallois se pueden producir al principio de la secuencia de reducción y luego en serie hasta el agotamiento del núcleo. 
  • En términos cuantitativos, la representación proporcional de productos típicos discoides (puntas pseudo-Levallois y éclats débordants) en los subniveles H2 y H4-H9 es fácilmente comparable con otros conjuntos asignados al Musteriense discoide-denticulado. La proporción de puntas seudo-Levallois en H2 es muy similar en la capa EGPF de Saint-Césaire, Combe-Grenal capa 14 y Champs-de-Bossuet, mientras que la proporción en el conjunto H4-H9 es similar a la de las capas A-B de Roc de Combe. En términos de proporción de productos débordant, Le Moustier H2 y Roc de Combe, por un lado y Le Moustier H4-H9 y Champs de Bossuet en el otro, son estadísticamente indistinguibles.
  • Las herramientas retocadas son relativamente escasas tanto en la capa G como en la H. Curiosamente, en el subnivel H1, verdaderos cuchillos respaldados, morfológica y tecnológicamente similares a los del sitio cercano de La Rochette (Colección Hauser), se encuentran asociados principalmente con escamas alargadas, formando un paquete morfo-funcional coherente. Esta asociación también está presente en la capa EGPF de Saint-Césaire asignada al Denticulado Musteriense y dominada por desechos de talla discoide (Thiébaut, 2005; Thiébaut et al, 2009). 
  • Por último, y quizás lo más importante, bifaces y elementos de producción bifacial están totalmente ausentes de la capa de H, a diferencia del material recuperado de la capa G.


Características generales del conjunto recuperado por Geneste y Chadelle en las capas G y H de Le Moustier
Los materiales bifaciales recogidos por Peyrony constituyen probablemente herramientas antiguas que fueron recicladas como núcleos para reducción discoide.

domingo, 24 de mayo de 2015

El genoma de un lobo siberiano antiguo retrasa la fecha de origen de los perros

La población del lobo de Taimyr se separó del ancestro común de los lobos y los perros poco antes del origen del linaje de los perros domésticos. Hay introgresión genética del linaje del lobo de Taimyr en las razas actuales de perros del noreste de Siberia y Groenlandia.
El origen de los perros domésticos es mal conocido. El hallazgo con datación más antigua, corresponde a la Cueva Razboinichya en los montes Altai (Siberia) donde se localizó un cráneo, una mandíbula y varios dientes en perfecto estado de conservación, datados en 33 ka.

Otros hallazgos arqueológicos:
  • En el yacimiento belga de Goyet durante de una excavación en el siglo XIX, aparecieron restos datados en 31,7 ka. Presenta una mayor capacidad craneal y un hocico más corto y ancho, pero sobretodo un mayor tamaño en los dientes. Un estudio de Abby Grace Drake, Michael Coquerelle y Guillaume Colombeau (2015) demostró que corresponden a un lobo.
  • En el yacimiento gravetiense de Předmostí, Moravia, República Checa, se encontraron restos de primitivos perros (2011), datados en 26-24 ka. Uno de los cráneos presenta especial interés ya que fue enterrado ritualmente con un hueso de mamut entre los dientes. Los investigadores plantearon en su momento la hipótesis de que fueron empleados como animales de carga debido a su gran tamaño. A partir de los isótopos en los huesos, Bocherens et al (2014) consideran que fueron alimentados con reno y buey almizclero y esta dieta apoyaría la hipótesis del control humano de su dieta y del uso para transporte, ya que la caza estaba basada en el mamut.
  • La cueva de Chauvet ha conservado las huellas de un niño acompañado por un perro. Restos de antorcha han permitido datar las pisadas mediante el análisis del C14 en más de 26 ka.
  • En Eliseevichi I, en la cuenca del río Dniéper, en las estepas de Ucrania, se encontraron evidencias de perros datadas entre 17-13 ka.
  • El perro de Mezhirich (Ucrania) está datado en 15 ka y el de Kesserloch (Suiza) en 15-12 ka.
Evidencias genéticas:
  • Un estudio del ADN mitocondrial de lobos y perros (C. Vilà, 1997) llegó a la conclusión de que los perros más antiguos podrían haberse originado hace 100 ka.
  • Guo-dong Wang et al (2013) han secuenciado el genoma completo de varios lobos grises, perros chinos indígenas y perros de diversas razas. Según sus conclusiones, la división entre los lobos y los perros indígenas chinos se produjo hace 32 ka y los cuellos de botella posteriores fueron leves.
  • Adam H. Freedman et al (2013) analizaron el genoma de tres lobos grises, dos perros de linajes antiguos y un chacal. Los perros y los lobos divergieron por un proceso dinámico, con cuellos de botella de población en ambos linajes y flujo génico post-divergencia. La posible fecha de la domesticación inicial del perro, queda en el rango de 16-11 ka, anterior al surgimiento de la agricultura.
  • O. Thalmann et al (2013) han estudiado el ADN-mt completo de 18 lobos prehistóricos y cánidos europeos y americanos y 77 perros, 49 lobos y 4 coyotes modernos, incluyendo las razas antiguas, como el Basenji, el Dingo, así como razas chinas. Para la calibración, tuvo en cuenta los fósiles de Goyet y Eliseevichi 1, considerándolos como perros, lo cual es al menos dudoso (Drake, Coquerelle y Colombeau, 2015). En los perros actuales se distinguen cuatro linajes genéticos con origen en Europa. El clado más numeroso se originó hace 18,8 ka. A este clado pertenece un ejemplar de una cueva de Suiza datado en 14,5 ka. Todos los perros actuales descienden de una hembra de hace 32,1 ka, mucho antes de la revolución agrícola. 
Pontus Skoglund, Erik ErsmarkEleftheria Palkopoulou y Love Dalén han secuenciado el genoma de un lobo de la península de Taimyr, en el norte de Siberia, datado en hace 35 ka.
Este individuo pertenecía a una población que se separó del ancestro común de los lobos actuales y los perros muy poco antes de la aparición del linaje de los perros domésticos (trifurcación). Los autores han utilizado este genoma para recalibrar la tasa de mutación de perros y lobos, sustancialmente más lenta de lo previsto por la mayoría de los estudios anteriores.
Hay evidencia de introgresión del linaje del lobo de Taimyr en las actuales razas de perros del noreste de Siberia y Groenlandia.

Lomekwiense. La tecnología lítica anterior a los humanos.

Localización de Lomekwi 3 (LOM3) y otros sitios arqueológicos al Oeste del Lago Turkana
La fabricación de herramientas está bien documentada en chimpancés, gorilas, orangutanes y ciertos monos. Con la notable excepción de los martillos de piedra usados por los chimpancés para partir nueces, las herramientas de piedras han sido fabricadas por los Hominini.
La primera producción de herramientas de piedra marca el comienzo de un comportamiento innovador que transformó la ecología, los sistemas sociales y la cultura de los Hominini mediante el aprendizaje social de conocimientos y tecnología (Erella Hovers, 2015).
Marco cronoestratigráfico de Lomekwi 3

Sonia Harmand, Jason E. Lewis, Craig S. Feibel, Christopher J. Lepre, Sandrine PratArnaud Lenoble, Xavier Boës, Rhonda L. Quinn, Michel Brenet, Adrian Arroyo, Nicholas Taylor, Sophie Clément, Guillaume Daver, Jean-Philip Brugal, Louise Leakey, Richard A. Mortlock, James D. Wright, Sammy Lokorodi, Christopher Kirwa, Dennis V. Kent y Hélène Roche informan del hallazgo en 2011-2012 en Lomekwi 3 (LOM3), en el lado occidental del lago Turkana, Kenia, de 149 herramientas líticas (120 en superficie, 10 en la ladera y 19 in situ)datadas en 3,3 Ma, 700 ka más antiguas que las conocidas hasta el momento.
  • 83 núcleos.
  • 35 lascas.
  • 7 elementos pasivos, potenciales yunques.
  • 7 percutores.
  • 3 guijarros trabajados.
  • 2 guijarros divididos.
  • 12 artefactos indeterminados.
Este hallazgo, junto con el de huesos con marcas de corte datados en hace 3,39 Ma en Dikika, implica que los fabricantes de las primeras herramientas de piedra posiblemente no fueron Homo y en este caso, el agarre de precisión no fue exclusivo de este género.
  • Estos hallazgos coinciden en geografía y cronología con fósiles atribuidos a Kenyanthropus platyops, mientras que Australopithecus afarensis aparece en el Lower Awash Valley hace 3,39 Ma, en asociación con los huesos con marcas de corte de Dikika. La mandíbula parcial LD 350-1 de Ledi-Geraru es la evidencia más temprana del género Homo, datada en hace 2,8 Ma.
stone tools infographic 5-20-15
Primeras tecnologías líticas
Estas herramientas no se corresponden con la tecnología olduvaiense, dominada por las lascas:
  • Alrededor del 76% de los hallazgos en LOM3 son núcleos, yunques, martillos y guijarros trabajados, y los principales modos de talla son el percutor pasivo y el bipolar, lo que indica que las actividades principales se asocian con golpes contra yunques, con movimientos similares a lo que realizan los chimpancés para partir nueces, en lugar de tomar el núcleo en la mano, como en el olduvaiense. Se utilizan dos técnicas:
    • El bloque a tallar se mantiene sobre el yunque con una mano mientras la otra utiliza un percutor para obtener las lascas a partir del bloque.
    • Se golpea el bloque a tallar directamente sobre el yunque.
  • Algunos objetos fueron utilizados como yunques o martillos y como núcleos para producir escamas, lo que apunta a variabilidad en la explotación de los recursos.
  • Predominan los núcleos realizados a partir de guijarros de bloques de lava grandes y pesados de origen local. La mayoría de los núcleos fueron obtenidos a partir de una plataforma de golpeo sobre una única superficie, lo que dio como resultado varias extracciones unidireccionales superpuestas y contiguas (explotación parcial unifacial). Unos pocos especímens muestran descamación unifacial multidireccional, mientras que otros muestran descamación bifacial.
  • Las muestras de LOM3 son más grandes y pesadas que las posteriores olduvaienses. 
  • Las escamas son más masivas que las producidas accidentalmente por los chimpancés, pero los yunques y martillos están dentro del rango de tamaño de los utilizados por los chimpancés. A menudo, las lascas se obtuvieron de forma exitosa, pero también son visibles accidentes significativos de talla. La precisión de las percusiones fue ocasionalmente pobremente controlada, como muestran las marcas repetidas causadas por golpes fallidos.
Por ello los autores sugieren la nueva etiqueta Lomekwiense para referirse a esta primera tecnología lítica, que representa una fase intermedia entre un hipotético uso de herramientas de piedra para golpear con ellas y la talla para obtener lascas.

Modo 0: Lomekwiense y Preolduvaiense


Artefactos de LOM 3.
a. Elemento pasivo, yunque. In situ. 12 kg.
b. Elemento pasivo, yunque. 4,9 kg.
Ambos exhiben similares marcas cruzadas de fracturas, aplastamientos e impactos. En a, el daño está localizado en una cara lateral, con las marcas en un plano horizontal. En b, el daño está distribuido a lo largo de la mayor parte del perímetro, sin marcas percusivas en el plano horizontal. En ambos casos, la intensidad de las marcas indica un uso en trabajos pesados.
c. Núcleo unifacial. 4,74 kg. Técnica bipolar y explotación semiperiférica. El recuadro muestra marcas de aplastamiento en la superficie proximal.
Artefactos de LOM3.
a. Elemento pasivo, yunque. Pesado bloque rectangular con una morfología natural que le proporciona estabilidad.
b. Martillo de piedra que muestra impactos aislados. 3,09 kg.
c. Martillo de piedra que muestra impactos aislados y una fractura en la terminación.
Artefactos de LOM3.
a. Núcleo in situ de 1,85 kg y lasca retocada de 650 g. Núcleo unifacial, percutor pasivo y técnica bipolar. Tanto el núcleo como la lasca muestran marcas de percusión dispersas que indican que las actividades de percusión se realizaron antes de remover la lasca y que el bloque fue utilizado para diferentes propósitos.
b. Núcleo unifacial in situ, técnica bipolar. 3,45 kg.
c. Núcleo unifacial. Técnica percutor pasivo. 1,84 kg.
d. Lascas que muestran cicatrices de remociones previas en la cara dorsal.

martes, 19 de mayo de 2015

Cueva de Altxerri

Localización de Altxerri. González Sainz et al, 2013.

Localización

La cueva de Altxerri se halla al pie del flanco oriental del monte Beobategaña, en jurisdicción del pueblo de Aya (Guipúzcoa), a 2,5 km de la costa cantábrica actual.

Altxerri B. Panel principal. González Sainz et al, 2013.

Descubrimiento

En 1956, una explosión en una cantera junto al caserío de Altxerri abrió un boquete que dio acceso a una amplia y larga galería.
En 1962, los espeleólogos Aranzadi, Migliaccio y Vicuña descubrieron las primeras figuras a más de 100 m de la entrada. Se dio cuenta del hallazgo a Barandiarán quien realizó el primer estudio. Se cierra la cueva con una verja de hierro para evitar las visitas que ya habían comenzado a dañar los grabados.
Topografía de Altxerri A. En rojo, ubicación de los paneles decorados. (Topografía de L. C. Teira Mayolini). Aitor Ruiz Redondo, 2014.

Descripción

Altxerri A forma parte de un grupo cuevas del Cantábrico y los Pirineos que contienen figuras zoomorfas pintadas en negro del Magdaleniense Medio, Superior y Final. Es una de las cuevas con mayores unidades gráficas (150).
Desde el tramo medio de Altxerri A se accede a una galería superior (Altxerri B), con representaciones realizadas durante el Auriñaciense, momento en el que probablemente se accedía por una entrada propia.
La entrada actual de la cueva está a 20 m sobre el nivel del mar, en un tajo casi vertical de roca.
La cavidad es holgada, de hasta 15 m de ancha en los primeros sectores, pero se estrecha después, en una larga galería de más de medio kilómetro en dirección NE-SW, con numerosos apartaderos, rinconadas y galerías secundarias que nacen a sus costados.
La entrada antigua, a 6 m de la actual, fue obturada por una potente escombrera.
Los altibajos del suelo y las peñas caídas de la bóveda, hacen que el piso sea sumamente accidentado, sobre todo en los primeros sectores. 
El techo, generalmente alto, presenta notables desigualdades a lo largo de toda la cueva.

Altxerri A:
  • Se entra en cuesta descendente hasta el pie del cono de deyección formado por la acumulación de materiales introducidos de la entrada primitiva. Después la cueva tuerce a la derecha en un trecho lleno de peñascos en desorden. Nuevo descenso entre bloques de piedra seguido de una rampa ascendente muy arcillosa que desemboca a la izquierda en una galería encharcada, casi horizontal, bajo bóveda de arco redondo, formado por estratos en anticlinal. 
  • Continúa un pasillo estrecho, al borde de una hoya profunda, situada a la izquierda. La superficie lisa de un trozo del muro de la derecha presenta unas líneas grabadas que forman un signo pectiniforme. 
  • El pasillo termina en un sector de piso peñascoso y de techo bajo y luego en otro de roca viva, resbaladiza y en declive sobre un socavón, con pequeños hoyos o escalones recientemente abiertos que conducen tanto a otro pasillo como a un pequeño apartadero a la izquierda, de 8m de longitud y a 100 m de la entrada de la cueva, de planta triangular, cuyas dos paredes, han sido utilizadas para diseñar el primer grupo de figuras. 
  • Continuando hacia W. en estrecho pasillo, a 12 m de distancia del primer grupo de figuras se halla el segundo, en la pared izquierda. 
  • En la pared del lado derecho, a la que se llega subiendo en rampa rocosa, está el tercer grupo de figuras ocupando dos de los bancos calizos que la forman. 
  • Avanzando hacia W. en el pasillo antes mencionado, se halla el cuarto grupo de figuras, en el muro izquierdo, a 4 m de distancia del segundo grupo. 
  • El séptimo grupo de figuras ocupa el dintel y la pared izquierda de un coladero que, a modo de corto túnel, se abre paso en rápido descenso en el muro ocupado por los grupos cuarto y sexto, en un punto que equidista de ambos. La primera figura de este séptimo grupo se halla a 5 m de distancia de la última del grupo cuarto.
  • A continuación hay una sima. En su base se descubrieron en 1982 dos figuras. La sima da acceso a unas magníficas galerías inferiores.
  • Sobre el descenso a la sima hay un techo, relativamente estrecho, a modo de puente, al que es necesario llegar para contemplar las figuras más alejadas de la entrada (grupos quinto en el muro N y sexto en el muro S). Se llega a ellas muy dificultosamente, trepando por un muro.
    • La relativa homogeneidad de las representaciones de la gran galería y la sima indican que fueron realizadas de forma prácticamente contemporánea, y han sido datadas durante el Magdaleniense Avanzado.
    Altxerri B:
    • La llamada galería superior (Altxerri B) se abre a la galería principal de la cueva en su tramo medio, a 40 m de la entrada, junto a una zona encharcada, por encima de un paquete de estratos plegado. Se encuentra a unos 55 m antes de llegar al primer grupo de figuras. Queda muy elevada sobre la galería principal, a 25 m del suelo de la misma. Se sube por una escala colocada por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco. Al final de la escala se inicia un corto y estrecho pasillo de unos 5 m de longitud, que termina en una amplia sala. Esta sala, cuyo piso está en pendiente de un 20%, tiene una dimensión de unos 50 m2 y su altura es de unos 6 m de media. Las figuras están a 5 m de la entrada a dicha sala, a la derecha. También fueron hallados restos de fauna. Las evidencias arqueológicas, geológicas y estilísticas, junto con las dataciones radiométricas, sugieren una cronología Auriñaciense.
    Plano de Altxerri B. González Sainz et al, 2013.

    Excavaciones y estudios

    • 1962. Inventario de figuras y primeras catas dirigidas por J. M. Barandiarán, con el hallazgo de algunos materiales arqueológicos.
    • 1968. Estudio de Beltrán.
    • 1976. Estudio de Altuna y Apellániz.
    • 1996. Estudio de la Sima. Altuna.
    • 2010. Estudio de la Galería Superior. Altuna y Mariezkurrena.
    • 2011. Estudio del arte rupestre. Aitor Ruiz Redondo y César González Sainz.

    Bibliografía

    viernes, 15 de mayo de 2015

    La Ferrassie. Nuevas dataciones.

    Ubicación de La Ferrassie
    La Ferrasie es un yacimiento francés muy conocido por el hallazgo de los restos de dos esqueletos adultos de diferente sexo y unos cinco infantiles, desenterrados por Capitan y Peyrony a principios de 1900. Debido a su composición, el hallazgo permitió las primeras inferencias sobre el dimorfismo sexual y la ontogenia de la especie. El esqueleto La Ferrassie 1 incluye el cráneo neandertal más completo hallado hasta el momento. Se consideraba que los restos estaban datados en MIS 4 (74-59 ka). Además se recuperó industria musteriense que dio nombre a la facies tipo Ferrassie.

    Estratigrafía de La Ferrassie y toma de muestras
    Guillaume Guérin, Marine Frouin, Sahra Talamo, Vera Aldeias, Laurent Bruxelles, Laurent Chiotti, Harold L. Dibble, Paul Goldberg, Jean-Jacques Hublin, Mayank Jain, Christelle Lahaye, Stéphane Madelaine, Bruno Maureille, Shannon J.P. McPherron, Norbert Mercier, Andrew S. Murray, Dennis Sandgathe, Teresa E. Steele, Kristina J. Thomsen y Alain Turq presentan los resultados preliminares de la excavación de una zona intacta y de la datación triangulando los datos construidos mediante luminiscencia de los sedimentos y radiocarbono.
    • Una industria musteriense con bifaces, en la base de la secuencia, se ha fechado entre 91 ± 9 y 44 ± 3 ka.
    • Las capas del musteriense tipo Ferrassie se atribuyen a MIS 3, entre el 54 ± 3 y 40 ± 2 ka, y por lo tanto aparecen muy tarde, al final del Paleolítico Medio de la región.
      • Estas edades restringen la cronología de los esqueletos La Ferrassie 1 y 2, asociados a la misma capa.
      • Otra consecuencia, es la refutación de que la facies La Ferrasie es anterior a la facies La Quina.
    • La capa chatelperroniense está fechada a 42 ± 3 ka.
    • El Auriñaciense, en 37 ± 2 ka.
    Yacimientos neandertales
    La Ferrassie. Estratigrafía, hallazgos y dataciones.