Susan Hayes. Recreación de Homo floresiensis |
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Dirk Lesiemer repasa las teorías de Richard Wrangham según las cuales el cocinado de los alimentos jugó un papel importante en el éxito evolutivo del sapiens.
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Gary Williams revisa el libro de Sarah Hrdy Mothers and Others: The Evolutionary Origins of Mutual Understanding (2009).
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La hipótesis de la inteligencia social sostiene
que las interacciones sociales proporcionan las presiones de selección
necesarios para la evolución de las habilidades cognitivas avanzadas.
Lucas McNally, Sam P. Brown y Andrew L. Jackson, (2012)
utilizaron un modelo de redes neuronales artificiales para mostrar que una
eficaz toma de decisiones en los dilemas de cooperación puede dar lugar a presiones
para la selección de mayores capacidades cognitivas, y que las estrategias
inteligentes pueden seleccionar una mayor inteligencia, dando lugar a una
carrera de armas maquiavélicas.
Una idea alternativa, la hipótesis de la inteligencia
cultural, fue propuesta por Carel van Schaik et al. Esta hipótesis pone
más énfasis en el aprendizaje social, la capacidad de transmitir la información
y las ideas.
Para Sarah Hrdy (2009) La diferencia crucial entre la
cognición humana y la de otras especies es la capacidad de participar con otros
en actividades de colaboración con objetivos comunes e intenciones. La presión
selectiva pudo surgir hace 1,8 Ma cuando los niños empezaron a depender de más
personas para su cuidado (tías, hermanas, abuelas). Los bebés tuvieron que
desarrollar los recursos mentales para decodificar los estados de los demás con
el fin de conseguir ayuda. En los demás grandes simios, las madres nunca
entregan las crías a otro.
Hawkes destaca que los simios solo tienen una cría a la vez,
mientras que los humanos tenemos varias. Los niños son dependientes entre sí y
socialmente y compiten para atraer la atención de los demás.
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