Los puntos negros sitúan los yacimientos del Pleistoceno Inferior en la Península Ibérica |
José María Bermúdez de Castro, María Martinón-Torres, Ruth Blasco, Jordi Rosell y Eudald Carbonell han analizado el registro arqueológico y paleontológico de La Gran Dolina (TD) y La Sima del Elefante (TE), Sierra de Atapuerca (España), que ofrecen unas secuencias estratigráficas casi continuas que se remontan hasta hace al menos 1,2 Ma.
El nivel TD6 ha proporcionado una gran colección de restos humanos fósiles atribuidos a Homo antecessor, datados en 0,96-0,80 Ma. El hallazgo en 2007 de unos fósiles de restos humanos en el nivel TE9, que data de alrededor de 1,22 Ma, no fue suficiente para concluir si H. antecessor tenía raíces profundas en el Pleistoceno inferior europeo. Un conjunto de características derivadas de H. antecessor compartidas tanto con el linaje Neandertal como con los HAM, sugiere que esta especie se relaciona, y no muy lejos, con el ancestro común más reciente (MRCA) de Homo neanderthalensis y Homo sapiens. Si existiese una relación biológica lineal entre los homínidos de TE9 y TD6, deberíamos reconsiderar muchas de las conclusiones alcanzadas en los estudios paleontológicos y genéticos anteriores. Además, estaríamos obligados a construir un escenario paleogeográfico muy complicado para el origen del ancestro común más reciente. A pesar de que no se descarta la continuidad en el asentamiento en Europa durante todo el Pleistoceno tardío (por ejemplo, en zonas de refugio), parece que este extremo occidental de Eurasia, y la Península Ibérica, en particular, fue ocupada por al menos dos poblaciones de homínidos diferentes.
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