Por otra parte, en este intervalo desaparece el neandertal.
Las dataciones obtenidas con estas técnicas parecen estabilizar la edad del primer auriñaciense en torno a 36-37 ka, a la par que envejecen en algunos miles de años el “Musteriense tardío”. Al menos eso se percibe en La Viña (Santamaría 2012), El Sidrón (Torres et al. 2010; Wood et al. 2013), Els Ermitons (Maroto et al. 2012), Fumane (Higham et al. 2009) o Mezmaiskaya (Pinhasi et al. 2011).
Los autores consideran que el escenario más probable, desde un punto de vista cronoestratigráfico, o relativo, es la desaparición del H. neanderthalensis/Musteriense antes de la llegada del H. sapiens a la Península Ibérica.
La exacta datación de estos acontecimientos es importante para determinar las posibles interacciones cul-turales, antropológicas y/o genéticas (hibridación, intercambios, aculturación…) entre las poblaciones indígenas (los neandertales) y las nuevas (los sapiens).
David Santamaría Álvarez y Marco de la Rasilla Vives revisan las dataciones relativas al final del Paleolítico Medio en la Península Ibérica.
- Las dataciones hasta ahora disponibles son problemáticas. Por ejemplo, Finlayson et al. 2006; Finlayson et al. 2008; Baena et al. 2012 extienden hasta ± 24 ka el musteriense y la existencia de neandertales. Por otra parte, hay un vacío de dataciones anteriores a 45 ka. La contaminación de las muestras con carbono moderno produce un importante sesgo en las dataciones, rejuveneciéndolas en miles de años.
- El chatelperroniense ha sido identificado en ocho yacimientos de la Península Ibérica. El repertorio instrumental solo es suficiente en Morín 10. En el resto, está pobremente representado. Pero Morín 10 presenta serios problemas estratigráficos. La situación es algo mejor para los yacimientos musterienses y auriñacienses, sin llegar a ser satisfactoria.
- Los autores repasan los problemas de datación de Gorham's Cave, La Sima de las Palomas del Cabezo Gordo y los yacimientos de la región cantábrica.
Las dataciones obtenidas con estas técnicas parecen estabilizar la edad del primer auriñaciense en torno a 36-37 ka, a la par que envejecen en algunos miles de años el “Musteriense tardío”. Al menos eso se percibe en La Viña (Santamaría 2012), El Sidrón (Torres et al. 2010; Wood et al. 2013), Els Ermitons (Maroto et al. 2012), Fumane (Higham et al. 2009) o Mezmaiskaya (Pinhasi et al. 2011).
Los autores consideran que el escenario más probable, desde un punto de vista cronoestratigráfico, o relativo, es la desaparición del H. neanderthalensis/Musteriense antes de la llegada del H. sapiens a la Península Ibérica.
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