Alexander (1989) propuso un modelo integrado para la evolución de las capacidades cognitivas y la socialidad compleja que incorpora la competición entre coaliciones de congéneres (conflicto intergrupal) como una presión selectiva importante. Sin embargo, no se ha probado empíricamente que los conflictos intergrupo favorezcan la cognición.
Cyril C. Grueter ha utilizado un enfoque comparativo para probar la predicción de que las especies de primates (n = 104) que sufren mayores conflictos intergrupales tienen habilidades cognitivas superiores. El grado de conflicto intergrupal se aproximó a través de la superposición de territorios de residencia entre los grupos y las habilidades cognitivas por el volumen endocraneal.
Según los resultados, existe una relación significativa entre la superposición de territorios de residencia y el volumen endocraneal incluso después de controlar otras variables predictoras y covariables tales como el tamaño del grupo y la masa corporal.
La conclusión del autor es que la evolución del tamaño del cerebro no puede atribuirse exclusivamente a factores sociales, como el tamaño del grupo, pero probablemente refleja una variedad de factores sociales y ecológicos como los conflictos entre grupos, que plantea demandas cognitivas sobre el control de un medio social y de un hábitat más amplios.
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Ampliación del espacio cognitivo en el eje sociocultural
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