Chimpancé macho dominante. Crédito: J. T. Feldblum. |
En los animales que se reproducen sexualmente, las estrategias reproductivas de los machos y las hembras a menudo entran en conflicto. En algunas especies, los machos usan la agresión para superar la elección femenina, pero persiste el debate sobre el grado en que esta estrategia tiene éxito. Los estudios previos de agresión masculina hacia las hembras entre los chimpancés salvajes han arrojado resultados contradictorios sobre la relación entre la agresión y la conducta de apareamiento. En los primates, la frecuencia de la cópula no siempre es predictiva del éxito reproductivo.
Según Michael E. Wilson et al (2014) la violencia letal intraespecífica de los chipancés es el resultado de estrategias de adaptación que buscan obtener beneficios como el mejor acceso a los recursos alimenticios o a las parejas.
Según Michael E. Wilson et al (2014) la violencia letal intraespecífica de los chipancés es el resultado de estrategias de adaptación que buscan obtener beneficios como el mejor acceso a los recursos alimenticios o a las parejas.
Mina Cetinkaya-Rundel, Anne E. Pusey y Ian C. Gilby han analizado los datos genéticos y de comportamiento construidos durante 17 años de la comunidad de Kasekela en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania del chimpancé oriental (Pan troglodytes schweinfurthii), para poner a prueba la hipótesis de que la agresión masculina hacia las hembras aumenta el éxito reproductivo masculino. Se examinó el efecto de la agresión masculina hacia las mujeres durante el ciclo ovárico, incluyendo los períodos en que las mujeres eran sexualmente receptivas y los períodos en los que no lo eran.
Según los resultados:
- La agresión masculina durante los períodos hinchados de una hembra, se correlacionó positivamente con la frecuencia de la cópula.
- Sin embargo, la agresión de los machos de alto rango a las hembras hinchadas no fue predictiva de la paternidad y sí lo fue la agresión durante los períodos no receptivos.
- El grado de agresión masculina esta directamente relacionado con el tamaño del grupo de rivales.
Este es el primer estudio que presenta evidencia genética de la coerción sexual como una estrategia adaptativa en un mamífero social.
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